Los dioses del Olimpo se enteran que Ulises
está sumido en la tristeza por no poder regresar a su hogar y se apiadan de él,
excepto Poseidón, que no le perdona la agresión que dejó ciego su hijo
Polifemo. Pero aprovechando que el dios de las aguas está de viaje, Atenea
consigue persuadir a Zeus para que le ayude.
El dios manda a Hermes a Ogigia, para que haga
saber a Calipso que Ulises debe ya dejar de sufrir y hay que ayudarle a volver
a Ítaca. La ninfa obedece y juntos construyen una barca para que el héroe se
haga a la mar, además de proporcionarle víveres para el viaje.
Cuando Ulises ya lleva casi veinte días de
travesía, Poseidón se entera que en su ausencia lo han dejado partir y
enfurecido hace crecer una enorme tormenta para que haga naufragar su
embarcación. El héroe lucha contra la fuerza de las aguas y está a punto de
perecer, pero una ninfa marina lo descubre y lo arrastra hacia la orilla hasta
ponerle a salvo. Solo y agotado, se deja vencer por el sueño al amparo de una
densa arboleda.
Salvado por una princesa
Ulises, todavía adormilado, escucha risas cerca
de él. Se levanta dando tumbos y descubre a una princesa y a sus doncellas.
Aliviado, se postra a sus pies implorando ayuda. La mujer le explica que es la
princesa Nausicaa, hija del rey Alcinoo, y que puede quedarse en su palacio. A
continuación le ofrece ropa en condiciones y alimentos.
Ulises en la corte de Alcínoo |
Ulises se presenta ante el monarca de los
feacios, Alcinoo, que le facilita una embarcación para que pueda regresar a su
hogar.
La llegada a Ítaca
Ulises parte rumbo a Ítaca, pero está tan
agotado que llega dormido, así que los marineros lo bajan del barco y lo dejan
en la playa. Cuando despierta, la diosa Atenea se le aparece para comunicarle
que ha llegado a su destino, pero le aconseja que no comunique su identidad a
nadie.
Ulises, disfrazado de mendigo, decide dirigirse
a casa de su más querido sirviente, Eumeo, que no le reconoce, pero le acoge en
su cabaña con amabilidad. Durante la cena le cuenta preocupado como en el
palacio del rey hay más de cien príncipes deseando casarse con Penélope,
convencidos todos de la muerte de Ulises. En ese momento, Telémaco, su hijo,
entra en la cabaña, recién llegado de Esparta. El héroe no puede evitar
emocionarse al ver como Eumeo recibe al muchacho como si de su propio hijo se
tratase.
El sirviente sale a comunicar a Penélope el
regreso de su hijo, y éste se queda con su padre a solas. Al instante Atenea le
quita los ropajes de mendigo al héroe y Telémaco lo reconoce de inmediato, fundiéndose
ambos en un gran abrazo.
Ulises se disfraza de nuevo para que Eumeo a su
regreso no lo reconozca y lo convence para que lo lleve a palacio con él y
poder así pedir limosna allí. El sirviente accede y al llegar se enteran que
Penélope ha comunicado a sus invitados que convencida, después de esperar
tantos años, de la muerte de su esposo, accederá a desposarse con uno de ellos.
Beatriz Moragues - Derechos Reservados
Me encanta Beatriz. Soy fan de los dioses del Olimpo y he disfrutado con tus letras que espero seguir disfrutando. Te aplaudo. Un abrazo
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